miércoles, 22 de enero de 2014

.Rebecca Guay





Mi ciudad

    La ciudad es misterio, todos aprendemos que está ahí desde nuestra infancia, y no nos detenemos a pensar sobre ella, nos enseñan nuestro espacio, nuestro ''barrio'', los límites que no debes pasar hasta llegar a una determinada edad, las calles por las que debes ir.   Nuestros compañeros y amigos no muestran los lugares de ocio, dónde se juega y donde no. Y cuando anochece la ciudad duerme. Más adelante se nos muestran otros lugares de ocio acordes a nuestra edad, límites...Hasta que te conoces tu ciudad, aprendes el recorrido del autobús y cada color y línea de metro, sabes donde crecen los niños, donde se encuentran los adolescentes, las tiendas nuevas que reemplazan a las viejas, las cuales se te olvidan con los años, los árboles que crecen a la par que la ciudad y sus habitantes, tan lejanos pero conocidos dentro de la rutina.   

   Y llega una edad en la que te sabes de memoria tu ciudad, han cambiado los nombres pero sigue ahí, te desplazas por ella y vives en ella, la rutina y lo cotidiano te hace recorrerla de arriba a abajo, conoces a los conductores de autobús, a las cajeras del centro comercial y las actividades de cada estación. Pero conoces a grandes rasgos, a pequeños no. Entonces, empiezas a enumerar semáforos, a apuntar colores de pasos de cebra, a pisar baldosas diferentes, a perderte entre las grietas del asfalto, a mancharte con las manchas que se quedaron en la creación de ese carril bici, sientes las arrugas de los árboles, las flores nuevas, ese sauce llorón que sigue ahí, en medio del ruido y la inmensidad de las calles. El ladrillo que se deja ver a través de la pared, la sombra sobre la verja, el moho sobre el muro. Y como diría Italo Calvino ''Las ciudades, como los sueños, están construidas de deseos y de miedos, aunque el hilo de su discurso sea secreto, sus reglas absurdas, sus perspectivas engañosas, y toda cosa esconda otra.''
   
   Los pequeños lugares y detalles pasan inadvertidos a nuestros ojos, estamos demasiado inmersos en nuestra rutina como para pararnos a contemplar lo que hay a nuestro alrededor. Pasamos tantas veces por delante de estos micro-universos y aún así nos olvidamos de que existen. Al descontextualizarlos los hacemos visibles y tomamos más perspectiva mostrando las diferentes posibilidades de un rincón en concreto y el recorrido de esas piezas diferentes que pudiendo unirse desde lejanos lugares funcionan como una sola transformando ese hábitat al que llamamos ciudad en la rayuela de la vida. 











lunes, 20 de enero de 2014

l'urban experiment

   Hace treinta años seis adolescentes parisinos lograron perpetrar un peculiar robo. Los jóvenes se infiltraron en la oscuridad de la noche al sótano del Ministerio de Telecomunicaciones para buscar los mapas de la red de túneles de toda la ciudad. Hicieron una copia de cada uno y devolvieron las llaves. Este hurto de información, similar al que hoy haría un hacker, fue el acto fundacional de UX (L'Urban eXperiment), una asociación clandestina dedicada a preservar el patrimonio cultural de París.
  

   UX es una especie de colectivo artístico que opera al margen de la ley pero en beneficio de los ciudadanos, restaurando sigilosamente los huecos de antigua gloria que nadie cuida, montando una serie de eventos culturales en las redes subterráneas que inyectan energía a los espacios desamparados por la vida superficial.La organización ha conducido más de 15 restauraciones encubiertas. Su intervención furtiva más célebre fue la reparación del reloj decimonónico del Panteón, la estructura que aloja a muchos de los próceres de la 'Ciudad Luz'. Ocho restauradores, miembros de la célula Untergunther de UX, construyeron su propio taller secreto, equipado con electricidad, acceso a Internet, nevera, muebles y herramientas de trabajo. Después de un año de trabajo secreto, en el 2007 lograron hacer que el viejo reloj del Panteón volviera a correr. Los habitantes del Barrio Latino no habían escuchado ese tictac desde la década de los sesenta. Lamentablemente, luego el director del Panteón le pidió a otro relojero que desarmara la maquinaria e interpuso una demanda contra UX.







sábado, 18 de enero de 2014

La cama

    Hemos recorrido un sinfín de mundos sin movimientos conscientes. Se nos han desvelado secretos que al despertar olvidamos, pero que el inconsciente perduran, nos hemos despedido de personas que ya no están entre nosotros, hemos besado nebulosas inexistentes y marchado sin avanzar, por caminos inciertos.   
   
    Cuando nuestra mirada se pierde en el techo convertido en agujero negro, cuando huimos de las pesadillas o recordamos nuestra jornada, nos abandonamos al inconsciente y nuestra cama se convierte en nuestro mapa. 










miércoles, 15 de enero de 2014

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   El hombre camina días enteros entre los árboles y las piedras. Raramente el ojo se detiene en una cosa, y es cuando la ha reconocido como el signo de otra: una huella en la arena indica el paso del tigre, un pantano anuncia una vena de agua, la flor del hibisco el fin del invierno. Todo el resto es mudo es intercambiable; árboles y piedras son solamente lo que son.

                                               Italo Calvino, Ciudades invisibles






Un lugar de mi camino para no olvidar

   Nos detenemos y nos paramos un momento a mirar que hay escondido en aquello que nos
parece tan familiar, en los lugares más andados, porque siempre podemos descubrir algo de
ellos. Aquí tratamos de verlos como algo más de lo que aparentan ser, porque en efecto lo son,
son algo más; tienen una poética, una belleza, un ritmo. Ese rincón con una humedad o una
grieta, ¿puede ser algo más de lo que parece ser? Olvidando sus limitaciones físicas, ya no
importa si es una grieta, una humedad o una mancha, una sombra o una pisada en el asfalto: es
un microcosmos, un lugar invisible pero necesario para la totalidad.

   Abordamos la problemática de la invisibilidad de los espacios y creamos conexiones entre
puntos neurálgicos de la ciudad. Hayamos en estos rincones singularidades: son pequeñas
ventanas a mundos desconocidos en los que hay composición y ritmo, color y, por supuesto,
belleza. Así creamos recorridos invisibles donde cada punto está descontextualizado para
hacerlo visible.

   Entendemos estos universos como las cicatrices de la ciudad que narran su historia y su
memoria: la vivencia ya pasada del espacio habitado.



Unlugardemicamino.tumblr.com




domingo, 12 de enero de 2014

Universo

''Sydus es una palabra usada por el médico alquimista Paracelso que quiere decir astral- la palabra sideral viene de ahí- en el sentido de una cosa que viene de fuera, del cosmos, del universo, de lo sideral... Por eso he buscado ese nombre, porque para mí son cosas que me llegan por sorpresa, que se presentan sobre la hoja de papel en la que estoy dibujando''

                                                                          Pablo Palazuelo




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   La presencia en un hogar es como una llama encendida, una hoguera; cuando deshabitamos el espacio queda sólo el recipiente, el resto de lo que fue: cenizas.

   Es una cáscara que una vez guardó y protegió un núcleo ahora abandonado

   ¿En qué se convierte un espacio vacío cuando es abandonado?

   ¿Queda algo de la presencia en ese vacío?

   Los espacios necesitan ser completados por personas y acciones, por interacciones. La casa abandonada manifiesta la huella de esas personas ausentes.  Es un rescoldo de lo habitado, de la llama encendida, sólo quedan cenizas.

Ciudades invisibles

   En un mundo que marcha hacia la ruina, un viajero imaginario le habla
de ciudades imposibles, por ejemplo una ciudad microscópica que va ensanchándose y termina formada por muchas ciudades concéntricas en expansión, una ciudad telaraña suspendida sobre un abismo, o una ciudad bidimensional.


                                                                                                  Italo Calvino,Ciudades invisibles







Proyecto Calle

   La ciudad es misterio, todos aprendemos que está ahí desde nuestra infancia, y no nos detenemos a pensar sobre ella, nos enseñan nuestro espacio, nuestro ''barrio'', los límites que no debes pasar hasta llegar a una determinada edad, las calles por las que debes ir. Nuestros compañeros y amigos no muestran los lugares de ocio, dónde se juega y donde no. Y cuando anochece la ciudad duerme. 

   Más adelante se nos muestran otros lugares de ocio acordes a nuestra edad, otros límites hasta que ya no hay límites y te conoces tu ciudad, aprendes el recorrido del autobús y cada color y línea de metro, sabes donde crecen los niños, donde se encuentran los adolescentes, las tiendas nuevas que reemplazan a las viejas, las cuales se te olvidan con los años, los árboles que crecen a la par que la ciudad y sus habitantes, tan lejanos pero conocidos dentro de la rutina. Y llega una edad en la que te sabes de memoria tu ciudad, han cambiado los nombres pero sigue ahí, te desplazas por ella y vives en ella, la rutina y lo cotidiano te hace recorrerla de arriba a abajo, conoces a los conductores de autobús, a las cajeras del centro comercial y las actividades de cada estación. Pero conoces a grandes rasgos, a pequeños rasgos no. Entonces, empiezas a enumerar semáforos, a apuntar colores de pasos de cebra, a pisar baldosas diferentes, a perderte entre las grietas del asfalto, a mancharte con las manchas que están ahí, que se quedaron en la creación de ese carril bici, sientes las arrugas de los árboles, las flores nuevas, ese sauce llorón que sigue ahí, en medio del ruido y la inmensidad de las calles. El ladrillo que se deja ver a través del muro, la sombra sobre la verja, el moho sobre el muro. Y como diría Italo Calvino ''Las ciudades, como los sueños, están construidas de deseos y de miedos, aunque el hilo de su discurso sea secreto, sus reglas absurdas, sus perspectivas engañosas, y toda cosa esconda otra.''

   Los pequeños lugares y detalles pasan inadvertidos a nuestros ojos, estamos demasiado inmersos en nuestra rutina como para pararnos a contemplar lo que hay a nuestro alrededor. Pasamos tantas veces por delante de estos micro-universos y aún así nos olvidamos de que existen. Al descontextualizarlos los hacemos visibles y tomamos más perspectiva mostrando las diferentes posibilidades de un rincón en concreto y el recorrido de esas piezas diferentes que pudiendo unirse desde lejanos lugares funcionan como una sola transformando ese hábitat al que llamamos ciudad en la rayuela de la vida.Como objetivo pretendemos realzar los detalles olvidados de nuestra urbe, los rincones perdidos entre la inmensidad de estímulos y decorados, una muestra de series interconectadas que dentro de la descontextualización encuentran el camino del reconocimiento en un mundo acelerado y en continuo crecimiento.